*Por Cynthia García
Pensaba qué decir en este día tan lleno de significado y significantes. En este día de Mariano Moreno, la revolución de mayo y la Gaceta de Buenos Aires. En este día de Walsh, Urondo, Gelman, Garcia Lupo, Verbitsky. En este día donde una luz verde y feminista aporta nuevas narrativas y reconstruye otras viejas.
En este día donde, pa qué mentir, me flojean las fuerzas: ¿Tal vez por presentir las estocadas finales? pero tantas, de este mundo desamorado y neoliberal.
Este miércoles pasado pasamos Milagro, la película en la Villa 31. Hicimos la proyección en La Mega, que es el núcleo de esa ciudad dentro de la gran ciudad: boliche , salón de todas las fiestas del barrio y esa noche, sala de cine.
Hay más corazón en la 31 que en todo el vértigo que la rodea.
Sobre mi cabeza una bola de espejos y un alrededor de paredes rojas. Me preguntaba, mientras miraba las caras de les vecines, cuánto de inevitable clase media había en nuestra realización del documental. Fue un alivio de culpa verles reír, llorar y putear al ritmo de la Milagro.
Hoy tomé conciencia de algo que sabía pero no lo había puesto en palabras hasta que Elizabeth Gómez Alcorta lo remarcó ayer en la facultad de periodismo de La Plata, donde vimos la película junto a nuestros estudiantes de periodismo. Acciones como esta, circular la película por decenas y decenas de ciudades del país visibilizan y sostienen una narrativa contracultural. Cada territorio al que fuimos quedó sembrado. Por lo menos en esas parcelas de humanidad ya no podrán anteponer una verdad única, dominante.
Creo que eso es periodismo. Creo que es también, “la satisfacción moral de un acto de libertad”. Y ya sabemos, hermanos y hermanas, que no importa más nada.
Feliz día del periodista en lucha.